DETECTIVES SALVAJES

Edith Minturn Sedgwick procedía de una acaudalada familia de Massachusetts. Los Sedgwick llevaban generaciones triunfando socialmente: no sólo eran ricos, sino también refinados e influyentes. Hermosa, elegante, educada en caros colegios, se esperaba de ella un buen matrimonio y un rotundo éxito social. El problema es que Edie Sedgwick deseaba otra cosa. En 1964, con 21 años recién cumplidos, Edie dejó el hogar paterno para instalarse en Nueva York. Quería brillar en Manhattan, pero no como la debutante cursi típica de las galas del Waldorf Astoria: deseaba sumergirse en los territorios de la modernidad, reinar en los templos undergrounds. Era divertida, tenía clase y se movía en un Mercedes con chófer. Todo el mundo la consideraba la auténtica party girl, nadie podía imaginr en ese momento que la chica rica a la que todos adoraban estaba signada por un destino trágico...